–Ponme una cervecita
–¿Doble o caña?
–Doble, la duda ofende joder...
Me encanta tener resaca. Ese martilleo cerebral, esa boca seca y esa voz de ultratumba son tres señales inequívocas de una gran noche, son pruebas de que aún seguimos vivos, de que no somos sólo trabajadores o soldados. Tener resaca es una sensación cojonuda y yo estoy enganchado.
Un juntaletras como yo ve en la resaca un estado mental más sensible y un estado físico que sólo permite teclear...
–Ponme un whisky –digo con aplomo confianza
–¿Ballantines? –me pregunta sonriente una voluptuosa camarera
–Johnnie Walker... –respondí mientras pensaba en sus perfectos pechos
Hoy no he dormido solo. Hoy, como tantos otros días desde mi soltería, me he acostado con mi almohada. Abrazado a ella como si de la mismísima Charlize se tratara, he deslizado mis brazos con suavidad y lentitud e incluso me he levantado con cuidado, para no molestarla, para no despertarla.
La luz del sol oscurecía mi futuro próximo pues debo sortear un par de obstáculos para llegar al baño... Casi caigo tras el primer paso.
Persiana bien arriba, casi tanto como para no volver a bajar jamás. Medio edredón bajo mi pierna y medio edredón en suspensión, bajera salvajemente descolocada. Un calcetín en mi pie y otro en la mesilla de noche. Un zapato bajo la cama, cajetilla de Marlboro vacía en las proximidades y un cigarro aplastado por el suelo.
–¿Me pones lo mismo de antes?
–Cómo quieres que recuerde lo que te he puesto
–Perdona no creí que fueras deficiente mental pero es que como somos 6 en el bar... ¡Bueno da igual!, whisky con Coca-Cola. Gracias
–De nada
Mi jarra de agua sin tapa sobre el escritorio. Ordenador encendido y ardiente, un capítulo de Breaking Bad pausado en los títulos finales, el YouPorn abierto en otra pestaña junto a Twitter, el blog y Facebook. "¡Ahí está mi móvil!" y tiene dos llamadas perdidas de mi CNMV particular y tres whatsapp a horas indecentes con una ortografía indigna. 10% de batería...
Una tabla de madera con un cordón de Espetec Casa Tarradellas, un cuchillo y muchas migas, todo repartido por la mesa del salón. Ropa por doblar apilada en en el sofá, otro par de calcetines usados y "¡joder mi otro zapato!". Seis corbatas sobre el pomo de la puerta y unas zapatillas metidas en el revistero.
–¿Has visto mi chaqueta?
–La has traído puesta al garito seguro
–Gracias Sara
La camisa sobre el fogón de la cocina junto a los restos de una bacanal. Una manzana, una botella de Coca-Cola vacía, un sobre de salchichón abierto y tres vasos con restos de diferentes bebidas. Una cazuela con el tomate reseco y un tenedor dentro. Una caja vacía de galletas Tosta Rica, un bric de leche vacío y un trapo colgando del grifo.
Unas zapatillas de fútbol junto a la lavadora –está tengo en el baño–, 8 botes de diferentes cosas sobre el lavabo. Pasta de dientes, gomina, Listerine, gotas, un frasco de Abercrombie y un after shave, y mis gafas entre otras cosillas. Las llaves de casa sobre la cisterna del retrete junto a un mechero sin gas. Un pantalón de pijama sobre la lavadora y más calcetines por el suelo.
–Buenas noches
–Buenas noches, ¿qué desea?
– Ponme una hamburguesa de ternera, dos Nestea, una bolsa de ésas patatas, un mechero y activa la máquina. Y me llevo un paquete de galletas...
–¿De éstas?
–Las Tosta Rica por favor
Marcas de guerra, agujetas de baile, olor a alcohol y tabaco, un tobillo maltrecho, las amígdalas como pelotas de golf, la garganta como una cañería de plomo y visibilidad reducida durante las cuatro horas posteriores al levantamiento. Y por supuesto una casa echa una mierda.
El recuerdo borroso de una bella mujer bailando conmigo, ese perfume que aún me sigue a todas partes, el tacto de su firmeza al rodear su cintura, el escalofrío cuando me hablaba al oído y la inseguridad de su proximidad. Estaba guapa la muy hija de puta y sólo por ella, por esos momentos, merece la pena salir, beber y sufrir las consecuencias.
Creo que voy a ponerme una copa para no perder mi estado semi-inconsciente.
PD.- Dedicado a Ella, como no podía ser de otra forma.
#Nuwanda
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