Está todo pensado

By Nuwanda



Ya tengo el plan.

El plan que hará que Ella se enamore locamente de mí, el plan que hará de esa noche la primera noche del resto de su vida, el plan que que me encumbrará a lo más alto de su escala. Algún hombre ávido de mujer podría preguntarme: ¿y que harás para conseguirlo en una sola cita? Pues solo hay una respuesta posible: sorprender.

Casi con toda seguridad el soltero medio español no ha visto películas 'felpuderas' como "3 metros sobre el cielo" o su continuación –siempre fui más de Clara–, "Perdona si te llamo amor" o clásicos como "El Diario de Noa" o "Serendipity". No se confundan, no les juzgo. Pretendo hacerles un favor. Y es que la razón por que la que TODAS quieren ser la protagonista de estas películas, normalmente una rebelde emocional desarmada ante el encanto masculino, es porque quieren que las traten igual, que las sorprendan igual.

Toda cita tiene que empezar bien y para ello, como si no quiere la cosa, hay que conseguir que tome algo. Es un paso imprescindible si no queremos fracasar antes de la medianoche. A veces no quieren comer delante de un chico, una de esas manías incomprensibles. En estos casos será mejor que no beba mucho. En todos los demás casos, el siguiente paso será elegir el sitio. Los gustos varían, no se trata de su favorito y tampoco tiene que ser romántico, ni caro, ni chic, ni minimalista, solo tiene que ser nuevo.

Tras comer algo nuevo hay que beber. En este punto no soy partidario de grandes experimentos. Si no la he cagado durante la cena creo que aguantará un rato más sin necesidad de un cocktail de 20 euros con 16 ingredientes líquidos, sólidos y gaseosos. Sin alcohol las probabilidades de éxito de cualquier velada, y éxito no es sinónimo de sexo en este artículo, ni en este blog, se verán mermadas significativamente. Nadie quiere que pierdan la razón, en absoluto, solo hace falta un despiste para soltar un beso, coger la mano en el momento adecuado o hacer una caricia cuando menos se lo espere. Y totalmente sobria es mucho más complicado. Y, por qué no decirlo, menos divertido.

Creo que no hay nadie a quien no le guste la música en directo. Nadie. Sin embargo hay muchos estilos musicales y arriesgar en este aspecto es complicado. Sería interesante conocer sus gustos a priori pero como esto no siempre es posible he apostado por algo cañero aunque sin invocaciones al demonio. Un concierto rockero. Si le gusta el estilo, triunfaré. Si no le gusta, tendré que aplicar el plan B, plan que de momento consiste en pagar 20 euros por un cocktail con 16 ingredientes.

"Nadie asegura el éxito en nada", "sin riesgo no hay gloria" y tantas frases como estas ponen de manifiesto una verdad universal: no se acierta siempre. Si siguen estas escuetas guías y fracasan, no vengan a reclamarme, no me hago responsable de conciertos de rap cutre, música satánica o bachatas de recopilatorio. Si han utilizado expresiones como "jolín" o "Mecachis", este tampoco es el lugar, les insultaré duramente por semejante aberración a la masculinidad.

Por mi parte tengo dos dificultades. Una es que el concierto previsto cae en martes –ya que al grupo no lo contrato yo, por desgracia–. La otra, quizá algo más importante, es que no tengo con quién ir. Lo del martes puede solventarse con un poco de labia e intriga. Respecto a mi acompañante, yo querría que fuera Ella, claro, pero los datos históricos no sustentan mis deseos y una cita del Tinder, a priori, no encaja. No para este plan quiero decir.

Eso sí, pensado, lo que es pensado, lo tengo todo pensado.

PD.- Chicas, ¿algún consejo para nuestros lectores y un servidor?

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