By Nuwanda
Se dice que el aprendizaje Kinestésico es aquél que se nutre de todo el cuerpo para enseñar. Es decir, se favorece el tacto como sentido central del aprendizaje. Podemos saber muchas cosas solo con tocar, sin saber nada más... Yo no sé si aprendo con el tacto pero sí sé que soy de los que tocan. De los que abrazan, de los que cogen el hombro, de los que tapan los ojos, de los que hacen cosquillas y de los que aguantan el saludo de manos.
Hay muchas mujeres, en general finas y elegantes, que sienten verdadera aberración por las personas como yo. No soportan que nadie les toque, ni el más mínimo contacto. Es una especie de prejuicio de clase que se ha aceptado socialmente y que me encanta pasarme por el forro de los cojones cada vez que tengo ocasión. Soy de los que tocan, de los que cogen de la mano y de la nariz, de los que acarician durante una película o en el coche y de los que dan un azote si el pantalón lo merece y la confianza es suficiente.
En coherencia, es difícil que me sienta agredido en mi muy estrecho espacio vital, y menos por una mujer. Y no me entiendan mal, no es una cuestión de fuerza, es que desde que me soltaron un guantazo mientras jugábamos a mamás y papás mi perspectiva sobre la violencia femenina cambió radicalmente. Y sin embargo tú, salvaje tú, que no entiendes de barreras ni formalidades, kinestesia en vena, garantía de infarto, has ido muy lejos.
No sé ni dónde ni con quién has estado todo este tiempo, ni tampoco quién es el colega que te acompaña –aunque tengo muy claro dónde y con quién querría verte dentro de seis meses–. No sé cuál es el tamaño de la bola de helado que eres capaz de tragarte en una sola cucharada, ni cuánto tiempo tardas en dormirte con una película en la que "amor" no domine el guión. Hay muchas cosas importantes que no sé de ti pero, créeme, deseo saberlo todo.
Y es que conmigo se pueden hacer muchas cosas, muchísimas. Tengo paciencia acreditada, de pedigrí, a prueba de bombas. En general soy bastante discreto con mis cosas, o sea tú. Escribir siempre es un punto, ya sea para una nota mañanera o corregir una tesis doctoral, si con ello estamos más cerca, traduciría 'El Quijote' para ti al euskera. El deporte y yo discutimos hace tiempo pero todo se arregla hablando y aunque sigo sin ser partidario de la depilación integral, mi baño está consistentemente más limpio.
Pero claro, como toda moneda, si hay cara, hay Cruz y por tanto hay cosas que no me puedes hacer. Como agitarme cual sonajero, pedirme cosas con esa mirada tan ensayada como hipnotizadora o decir en cinco minutos gran parte de las cosas que siempre quise escuchar en una mujer, algo que también debías haber ensayado. Y no puedes porque los actos tienen consecuencias y como si de un verdadero sonajero se tratara, has conseguido enloquecer todos los pájaros de mi cabeza. Tocado.
Es difícil tener nada claro contigo así que solo puedo decir, combinando a Sócrates con Manu Chao, que "yo solo sé que me gustas tú".
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