Si tu vida social cumple unos mínimos saludables sabrás lo que es una ruleta, la ruleta de los casinos. Una de las estrategias que los jugadores suelen utilizar y que yo solo conozco de pasada, de refilón, consiste en detectar el momento de la ruleta. Consiste en saber darse cuenta de la repetición de un patrón, no exento de volatilidad, dividiendo los números en tres grupos: vecinos de cero, tercio y huérfanos. Hay que ir apostando en función de la repetición de ciertos patrones, detectando partes de la ruleta más calientes que otra. Más o menos es así aunque no soy jugador de ruleta. Siempre fui más de póquer.
En la bolsa, éste fenómeno es más evidente aún. El momento o momentum es el precio al que conviene comprar o vender una acción. Comúnmente se habla de entrar o salir de un valor, lo que es muy importante de cara a nuestras expectativas futuras de beneficio. Así, la clave está en comprar barato y vender caro, anticipándonos a los movimientos del mercado y beneficiándonos de las subidas de los precios sin que las caídas nos hagan perder dinero.
Con las mujeres y los besos pasa algo parecido.
A lo largo de una velada –ni hablamos de toda una relación– los estados de ánimo de una chica son cambiantes. Así, podemos encontrar el momento de "mírame y no me toques", el momento de "aún no he decidido si quiero que me toques" y el momento de "tócame por favor porque estoy más caliente que unas brasas". Lo difícil está en identificarlos en el momento justo pues, como he dicho, se alternan continuamente. Están locas...
Un buen observador no debería tener problemas para identificar el estado latente. No voy a dármelas de maestro seductor ya que estoy muy lejos de serlo y, por tanto, la identificación de estos momentos calientes es algo que deberéis descubrir vosotros mismos. Mi habilidad o capacidad para hacerlo se ha demostrado, históricamente, limitada y errática. Para entendernos, soy el típico pereza que no se entera de una mierda hasta que ella lo lleva escrito en la frente.
Dando por válida la mencionada teoría sobre el comportamiento femenino y sus momentos, este patrón caótico de la receptibilidad de las mujeres a lo largo de una cita resulta divertido y estresante, es morboso y desesperante, es jugar a la ruleta rusa.
Hay un momento diferente, especial, único para lanzar un beso.
Todo tiene su momento y un beso, ya sea el primero, el segundo o el número 10.000, también. Ojito con esto. ¿Nunca te han dicho eso de... "Hasta el primer café no soy persona", "ahora mismo no soy yo" o "estoy un poco irascible"? Pues eso, momentos. Todos los tenemos para todo.
No siendo muy complicado de identificar si ella lo desea –pues si quiere un beso nos lo hará saber más o menos discretamente–, es uno de los momentos en la que más la cagamos, ya sea por acto o por omisión. A veces damos besos cuando no debemos, "Ay! Ahora no....", y otras veces nos los guardamos cuando tenemos que darlos, "te veo un poco frío, ¿estás bien?" Y claro, esto no puede ser. Por otro lado, hay un gran factor externo que hay que tener en cuenta y sobre el que tenemos un control limitado: el ambiente.
Parece lógico pensar que no será justo después de comer o de cenar, que no será en un banco de la calle flanqueado por contenedores de basura y seguramente tampoco será a los cinco minutos de haber comenzado la velada. O sí, pero no serán recordables, no serán importantes. También me atrevo a garantizarte que si ella se ha aburrido estando contigo, si no se ha reído, la cita nunca terminará con un beso ya que jamás será un beso diferente, especial...
Todo tiene su momento y un beso, ya sea el primero, el segundo o el número 10.000, también. Ojito con esto. ¿Nunca te han dicho eso de... "Hasta el primer café no soy persona", "ahora mismo no soy yo" o "estoy un poco irascible"? Pues eso, momentos. Todos los tenemos para todo.
No siendo muy complicado de identificar si ella lo desea –pues si quiere un beso nos lo hará saber más o menos discretamente–, es uno de los momentos en la que más la cagamos, ya sea por acto o por omisión. A veces damos besos cuando no debemos, "Ay! Ahora no....", y otras veces nos los guardamos cuando tenemos que darlos, "te veo un poco frío, ¿estás bien?" Y claro, esto no puede ser. Por otro lado, hay un gran factor externo que hay que tener en cuenta y sobre el que tenemos un control limitado: el ambiente.
Parece lógico pensar que no será justo después de comer o de cenar, que no será en un banco de la calle flanqueado por contenedores de basura y seguramente tampoco será a los cinco minutos de haber comenzado la velada. O sí, pero no serán recordables, no serán importantes. También me atrevo a garantizarte que si ella se ha aburrido estando contigo, si no se ha reído, la cita nunca terminará con un beso ya que jamás será un beso diferente, especial...
No hace falta ningún manual para poner algunos ejemplos de situaciones apropiadas, propicias, especiales o como más te guste calificarlas. Situaciones que para ellas hacen del momento –del beso– algo diferente. Diferente al marranero beso de buenos días, al beso de llegar a casa, al beso de "estás muy guapa" o al clásico besito caminante. Tú no te das cuenta pero, al parecer, ella sí.
En la intimidad de un ambiente exclusivo, cerrado, con pocas o ninguna persona, las palabras tornan en gigantes y cada gesto en historia. Es en la soledad cuando todo es posible, cuando surge la magia. Allí sentados, muy cerca, sin levantar la voz, casi susurrando, con duraderas miradas, un brazo sobre sus hombros y la luz muy baja, ¡es ahí!, querido lector, cuando ella lo desea y cuando tú debes darlo. Es ahí cuando el equilibrio es imposible.
Supongo que por eso no disfruto habitualmente en las discotecas, donde no es que no estemos solos, es que además no se nos escucha. Pese a ello y aunque no es mi ambiente favorable, un buen amigo tiene una elevada tasa de acierto en lo que denomina "besito discotequero". Hay para todos los gustos, siempre hay rebajas. Para los demás, siempre nos quedará una cafetería cutre y solitaria con la persiana a medio bajar...
Cuando quedamos con una chica, tarde o temprano acabamos paseando. No hay una verdadera cita sin un auténtico paseo. No sé porqué sucede pero es así. Y a mí, personalmente, me encanta. Da igual que sea tras una cena o tras dos o tres copas, el paseo es un momento perfecto aunque tiene sus riesgos. Desde uno de esos vehículos que limpian las aceras con dos rodillos enormes y pequeños chorros de agua hasta un grupo de amigos totalmente ebrios cantando el himno del Real Madrid que no duda en animarte y felicitarte si te pilla en esa situación. lo dicho riesgos. Ojo, la lluvia, lejos de ser un riesgo, es puntazo, da gracias.
Seguro que se te ocurren muchos más. Lo difícil está en acordarse en el momento, en el momentum. Pero tranquilo, esto es como un test en el que los fallos no restan. Un beso fuera de lugar no supone nada, no tiene ninguna importancia, salvo que seas gilipollas y lo hagas durante una misa, durante una comida con su familia o mientras le cambia el agua al conejito. Siempre lo digo, cortitos no gracias.
Por el contrario, un beso en el momento apropiado puede ser mucho más. Puede ser la antesala de muchos besos más, la recepción de una noche apasionada o la mejor forma de decir "Te quiero". Nunca un gesto fue tan rentable.
Y si además hablamos del primero...
Si no puedes diferenciarlos, provócalos, influye en el ambiente, aunque sea un poco, de alguna manera...
Con candoroso embeleso
y rebozando alegría,
me pides morena mía
que te diga... ¿Qué es un beso?
Un beso es el eco suave de un canto,
que más que canto es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.
Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.
Un beso es...no seas loca...
¿Por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!
Federico Barreto
Nunca había comentado, por aquí pero solo puedo decir, OLÉ y OLÉ.
ResponderEliminarIgual es porque me pillas un poco irascible (como dices tu ;-))pero me ha encantado y no he podido evitar comentar.
Muchas gracias Itziar!! Twitter siempre es más rápido pero limita mucho lo que quieres decir. Estás en tu casa...
Eliminar;)
Ya se que esto no va de tipos de besos, y aunque me ha encantado el tema (y el texto ¡obvio!) tengo mucho morro y como además, no me resisto a comentar, comento sobre lo que me da la gana (yo que tu, borraba el comentario ¡por descarada!) aquí voy: llámame rara, cutre, pocha, clasicorra o románticona, pero para mi el beso, que de entre todos los besos, es EL BESO, es el beso en la frente. Parece estar absolutamente demodé, pero un tio que sabe hacer buen uso de él, levantará pasiones seguro.
ResponderEliminarGracias!! Puedes comentar lo que quieras, de lo que quieras, en el post que quieras y con las palabras que quieras. No borraré ni uno solo de tus comentarios pues este blog es tan mío como tuyo.
EliminarPor otro lado, el beso en la frente tiene algo especial, algo distinto.. En mi opinión es un beso típico de los padres, un beso que transmite seguridad, un beso que dice "tranquila, estoy aquí" y, en todo caso, es un beso complicado de utilizar bien. Creo que sólo tiene sentido cuando hay confianza... Soy un fan del beso en la frente!
Como siempre, ¡es un placer saludarte! Y no te resistas ;)
PD.- Pronto hablaré de nuevo de besos, de El Beso.