Ánimo, ánimo, valiente

By Nuwanda


Incapaz de evitar su sonrisa; 
ella no mira, traspasa.

Una oportunidad, una jodida oportunidad, es lo único que nos dan y la última ha sido un puto desastre. Sabía que hacer copas en casa no era la mejor idea que podía tener, lo sabía, de verdad que sí. Sin embargo, no medí bien la gravedad de mi decisión: sin barrer, sin fregar, sin vasos limpios, sin bebidas, sin patatas fritas, sin papel higiénico, sin orden, concierto, ni dignidad. Pero con ella.



Un par de copas, un cenicero, una conversación escatológica, el parpadeo lejano de dos velas y esos ojos profundos. Todo normal salvo estos últimos. Creo que había más gente por allí diciendo cosas, tres o cuatro más, no sé. Sí recuerdo un tipo dormido en un sofá, un baño asqueroso y un par de canciones que solo yo escuchaba, una de las cuales me decía: "ánimo, ánimo, valiente".

Decir mucho nunca es recomendable, total, pa' cagarla... Y no lo hice. Podría escudarme en mi torpeza dialéctica cuando ya han caído dos o tres copas pero no, no esta vez. Mi problema fue de concentración, de focus. ¡Cómo iba a decir nada si ella me miraba! Va a ser cierto que los vascos no estamos hechos para estas cosas.

Para su mirada, desde luego, no.

Y ella hablaba y hablaba, e intentaba no sonreír al hacerlo, acercaba el mentón al pecho para darle fuerza al mensaje y movía con energía y velocidad sus manos mulatas. Una voz grave, sexy y alegre lo inundaba todo. Y así, con un estilo inconfundible, pasó de la educación en valores al sexo anal en cuestión de minutos sin perder un ápice de propiedad ni un milímetro de sonrisa mientras yo, triste yo, babeaba mi camiseta y degustaba con 'despaciosidad' y de perfil el espectáculo. Que alguien me pegue, por Dios.

En un ataque de pesimismo pensé: tiene que cagarla en algún momento, no puede ser. Tenía que decir alguna barbaridad que la descartara automáticamente como ser vegetariana, testigo de jehová o fan de Jorge Javier Vázquez. Pero no, que va, por gracia o por desgracia, ya se verá, hizo exactamente lo contrario para mi deleite y sorpresa. ¿Dónde has estado todo este tiempo?

Una sonrisa, aquella sonrisa, me mantuvo despierto un par de horas más, me metió en la cama llegado el momento y ha amanecido a mi lado, inmóvil y radiante, como si el tiempo no hubiera pasado, como si aún fuera madrugada, como si mis posibilidades y ella fueran reales.

No sé si habrá próxima vez. Y de haberla, tampoco sé si se lo contaría ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario