No descubro América si digo que los hombres, por lo general, tenemos mayores dificultades que las mujeres para encontrar una contraparte satisfactoria cuando salimos de casa con el cha-cha-cha metido en la mente...
Las mujeres tiene a su favor todo lo que nosotros tenemos en nuestra contra.
Saben que son un bien escaso con una elevadísima demanda masculina y nosotros sólo sabemos que nuestras posibilidades aumentan cuanto más feos sea el grupo en el que estemos.
Saben que si se arriman a nosotros con mirada lasciva y algo de contoneo somos suyos durante las próximas horas mientras que nosotros sólo sabemos que pasaremos las próximas horas contoneándonos junto a la barra perdiendo la vista con cada chocho con piernas –que es lo que vemos a partir de cierta copa– que se cruce en nuestro camino.
Saben que dos tetas tiran más que dos carretas y no soy capaz de averiguar qué podemos hacer nosotros para contrarrestar semejante poder.
Saben que pueden mandar a la mierda a cualquier hombre que tengan delante porque, igualmente, saben que otro llegará tarde o temprano a reemplazarlo –de lo contrario pueden tirar de armas de mujer– y, sin embargo, nosotros, con una confianza del 95%, no rechazaríamos así a ninguna mujer interesada en no dejarnos dormir casi por nada del mundo –siempre desde la soltería, claro–.
Saben que pueden hacer piña con sus amigas para captar la atención del objetivo mientras que nosotros, como mucho, elegimos al menos feo y bocazas de entre los nuestros para evitar que las espanten durante las coberturas.
Saben que no podemos vivir sin ellas, que son nuestra debilidad y nosotros... nosotros...
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