By Nuwanda
Nunca he entendido las relaciones a distancia. Creo que no tienen casi nada de lo que debe tener una relación sentimental. Podría decirles que el sexo telefónico, o cualquiera de sus evoluciones tecnológicas –lo ideal ahora sería el FaceTime del iPad ;p–, es una de las mayores paridas que he escuchado en mi vida. Es lo más patético del mundo pese a que "una vez al año no haga año". Todos lo hemos hecho pero si lo piensan desde la distancia, no hay nada más ridículo que un hombre de bien tocándose con una mano y sujetando el móvil con la otra.
Nunca he entendido las relaciones a distancia. Creo que no tienen casi nada de lo que debe tener una relación sentimental. Podría decirles que el sexo telefónico, o cualquiera de sus evoluciones tecnológicas –lo ideal ahora sería el FaceTime del iPad ;p–, es una de las mayores paridas que he escuchado en mi vida. Es lo más patético del mundo pese a que "una vez al año no haga año". Todos lo hemos hecho pero si lo piensan desde la distancia, no hay nada más ridículo que un hombre de bien tocándose con una mano y sujetando el móvil con la otra.
Una novia a cientos o miles de kilómetros es más una amiga que una novia desde el momento en que te da el beso de despedida en el control del aeropuerto. El desapego que genera una separación física prolongada es una fuerza incontrolable. Es esa fuerza que cualquier viernes por la noche te lleva a abalanzarte sobre la primera chica que te mira con una sonrisa inocente.
Todo empieza bien, correos permanentes con muchas fotos y largos párrafos de nuevas experiencias y costumbres autóctonas, sus amigos la llevan a todas partes. "¡Que majos! ¿verdad?" –dirá en su correo electrónico... Intentarás ir de novio guay sabiendo que no lo eres, dirás a todo el mundo que la entiendes y la apoyas y te chulearás frente a los salidos de tus amigos de tu enorme fidelidad y comprensión.
Pasan las semanas y ya se la echa de menos y ni hay tantas fotos ni el "Skypesexo" mola tanto como al principio. Las videollamadas y llamadas normales se van reduciendo a la misma velocidad a la que aumentan tus ganas de sexo. Entonces, empiezas a reflexionar sobre los límites de las cosas, siempre partiendo de la base de que todo tiene un límite. "Mayor o menor pero lo tiene" –te dirás.
Entonces la ves, está de visita y está rara en todo. Dejas de reconocer algunas de las cosas que te gustaban de ella y, créeme, a ella le sucede lo mismo. Le apetecerá más estar con sus amigas que contigo y lo notarás, y ella sabrá que lo notas porque... ¡joder! lo estará haciendo a propósito. Tendrá dudas y tú las verás, las olerás, pero no preguntarás y antes de que te dieras cuenta estará de vuelta en su lugar de residencia, ese paraíso que supera todo cuanto puedas ofrecer tú.
Las llamadas caerán en picado. Cada vez habrá más fotos de fiestas, bailoteos y mucho alcohol en su Facebook. Te llamará los domingos por la noche, con esa voz de quién ha estado una semana seguida de fiesta, y te contará lo aburrida que ha sido su semana, el catarro que se pilló y una menstruación que, según tus propios cálculos, durará un mes. Intentará alejar de tu mente la imagen de una suntuosa polla británica entrando en el que hasta hace muy poco era tu pequeño refugio.
Entonces un buen día, con tu novia casi en el olvido, te follarás a una tía impresionante, lo disfrutarás, serás sincero con tu novia y serás para siempre el cabrón que condujo la relación hacia la muerte. Puede que te sientas egoísta, o sólo, o malo. Con el tiempo volverás a verla y puede que os acostéis y puede que no pero ambos sabréis que ha terminado. Por eso deberás llamar a la chica sobre la que te abalanzaste y en esta ocasión intentar ser amable con ella para dejar de sentirte tan jodidamente insignificante. Estoy y estaré contigo.
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