Cumpleaños

Los cumpleaños de los buenos amigos constituyen siempre una de las mejores excusas para emborracharse. Personalmente tiendo a recordar viejos momentos cuando celebramos alguno de ellos. Ya sé que uno de los propósitos de este blog es precisamente no rebozarse en el pasado para afrontar el futuro de otra forma, con otro aire y así es.

Cuando recordamos entre amigos la cosa es diferente pues siempre solemos hablar de buenos momentos, de grandes anécdotas y de grandes cagadas. Imaginamos cómo hubieran sido nuestras vidas si hubiéramos tomado decisiones diferentes. No me he planteado si es bueno o malo porque si me lo paso bien, si disfruto de la noche, si esa noche se convierte por si misma en una buen recuerdo al que acudiremos años después para regocijarnos de lo estúpidos, infantiles y borrachos que éramos, habrá merecido la pena sin duda alguna.

Se nota que vamos creciendo y ya son 25 palos a nuestras espaldas. Ya no nos limitamos a beber en cualquier banco de la calle o en la casa de quien estuviera sin padres. Ahora nos vamos a cenar y la borrachera posterior tiene lugar en algún garito de moda madrileño, a ser posible rodeados de amigas/guarras/objetivos potenciales y demás fauna nocturna.

Los cumpleaños molan aunque la tendencia inevitable es que cada vez nos gusten menos. Es algo proporcional al número de años que se cumplan. Llegará un día en que tras la cena de rigor, seamos pocos los que nos vayamos a tomar copas puesto que el resto tendrá que acostar a los niños, cumplir con la mujer o trabajar horas de más. Cada vez irán molando menos porque nosotros iremos molando menos.

#NormaParaRecordar: Celebra cada cumpleaños como si fuera el último

No hay comentarios:

Publicar un comentario