Cuando el mundo fue nuestro y perdimos la batalla

By Nuwanda

Ese tiempo existió, un tiempo en el que todo fue posible, en el que el mañana era un misterio, una lección nueva que aprender, un mundo por conquistar y mil experiencias nuevas por conocer, todo un lujo que disfrutábamos desde primera hora del día hasta el último de los segundos.

El pasado nunca era mejor y el presente quedaba totalmente hipotecado a nuestro proyectado futuro. No había tarea más importante que la de crecer fuertes y unidos para tumbar los muros que nuestros padres habían levantado entre nosotros y el resto del universo.

"Para que no os perdáis" decían mientras nos ataban los cordones de aquellos incómodos zapatos ingleses...

"Y ojito con lo que hacéis" añadían antes de perdernos de vista un rato.



Los amigos eran la organización más secreta y poderosa del mundo. Nosotros teníamos la certeza de que en pocos años lideraríamos un cambio global que terminaría con el hambre y todo terrorismo conocido y llevaríamos la libertad y la dignidad a todos los lugares del planeta.

Además de hacernos muy, muy, muy ricos, por supuesto.

Jóvenes e inexpertos pero sin ningún miedo. Éramos plenamente conscientes de nuestro papel en la organización y sumisos ante su necesaria jerarquía y disciplina. El fin estaba por encima de todos nosotros.


La sociedad era el enemigo y nuestra apariencia nuestra mayor limitación. Nos creíamos mayores de lo que éramos y queríamos serlo aún más, éramos gigantes en cuerpos frágiles, semidioses antisistema con el aspecto del niño de las chocolatinas Kinder. Nos veíamos creciendo con nuestras ideas intactas, imaginábamos grandes gestas por el mundo y las sedes de nuestras empresas llegarían a tocar el mismísimo cielo. Tomaríamos el té con Lucifer los viernes por la tarde y un café con San Gabriel lo lunes por la mañana.

O más arriba..


Guardábamos importantes secretos en cajas metálicas debajo de nuestras camas, en el fondo de los cajones más profundos o bajo el sofá del salón al que teníamos terminantemente prohibido entrar. Desde tirachinas hasta mecheros, todo tiene un gran valor cuando tu patrimonio propio es nulo.

Los Goonies fue nuestra película fetiche, la inspiración de todos nuestros sueños. Libros como los de Los Cinco que nos hacían leer en el colegio nos proporcionaban olor a libertad y la mafia era nuestro alter ego criminal.


Quizá una de nuestras mayores hazañas fue la construcción de una goitibera, un invento divertido y mortal. El sistema es muy sencillo, un chásis de forma triangular abierto en el pico delantero dentro del que se pone un rodamiento y se atraviesa con una estaca de madera que hará las veces, junto con el peso del cuerpo del piloto, de volante. Se añaden dos rodamientos más en la parte trasera, que también es el asiento.

Debido al escaso rozamiento, la velocidad es proporcional al desnivel de la cuesta y al peso del piloto, es decir, pura gravedad. Si además la cuesta está llena de curvas y tiene un canalillo de tejas en los laterales la maniobra se complica bastante.

Las consecuencias fueron graves. No supimos nada de Pepe en dos semanas.

Sí supimos, sin embargo, que su padre había destrozado la goitibera y la había enterrado bien profundo. De ella no supimos nada nunca.



Goitibera muy, muy, muy profesional.

Definíamos importantes funciones estratégicas que repartíamos entre los miembros del equipo. Teníamos un "tanque", el más grande todos, teníamos un mecánico/informático/arquitecto que se encargaba de los temas logísticos, el empollón del grupo, y nuestro director financiero, cuyo padre trabajaba en un banco, obtuvo una importante condecoración por su labor en la campaña de Navidad de 1997 en la que recaudó nada más y nada menos que 7.500 pesetas a repartir entre los trece o catorce miembros del grupo. Una fortuna.

Nos acercábamos a lo de ser ricos.


Una de las primeras misiones que me fue encomendada, como agente de campo y ayudante de logística que era, fue la de conseguir celebrar una reunión en casa de uno de nosotros. Otros se encargaron del regalo, del mapa del colegio –principal víctima de nuestras fechorías–, de recaudar fondos, de espiar –uno de los trabajos más sacrificados y reputados– a padres y profesores, etcétera.

Debía buscar una excusa, alguna mentira que encajara. La tarea fue sencilla pues el cumpleaños de uno de los miembros estaba cerca y sus padres nos invitarían seguro. Sólo tuve que dejar caer la idea de una fiesta de cumpleaños para que él mismo lo propusiera.

Sandwiches, refrescos y música. Ver una película fue la excusa perfecta para estar sin la vigilancia del enemigo. El motivo de la reunión era bien simple, decidir el nombre de nuestra organización, establecer un sello o firma para la misma y todas las normas que estimáramos oportunas. También le regalamos al cumpleañero su primera, y creo que la de todos, Penthouse, sin duda, un gran momento.


El Club X

Norma 1 - Nada de chicas
Norma 2 - Nada de mayores
Norma 3 - El refugio es secreto
Norma 4 - Siempre juntos

Éramos invencibles y ser amigos era sencillo ya que todos nos poníamos a disposición de una única causa, la Libertad, nuestra libertad.

Queríamos liberarnos de la hora de irse a la cama, de nuestras obligaciones escolares, de los jerseys de pico y los calcetines con borlas, de la maldición que encogía nuestra hombría hasta convertirnos en insulsos niños demasiado pequeños para comprender nada y demasiado mayores para resultar inofensivos.

Estábamos dispuestos a todo aunque nunca supimos por dónde empezar.




Pese a nuestra enorme voluntad y profunda dedicación, las cosas no tardaron en cambiar.

Dos semanas después, durante una de nuestras periódicas y secretas reuniones en nuestra guarida también secreta, Rafa llegó con una chica de la mano y todo se fue a la mierda.

Decía llamarse Sofía pero todos sabíamos que su verdadero nombre era "calzaslargas". Rafa estaba raro, ya no era el mismo y nunca volvió a serlo.

Y los demás tampoco.

Nuestros planes, nuestra infancia, nuestra inocencia, todo desapareció en aquel preciso instante, de un solo golpe y sin preaviso. Las puertas de la adolescencia nos cayeron encima aplastando nuestros sueños y lapidando nuestros esfuerzos.

La "calzaslargas", con una sonrisa y dos ojos bonitos, había reducido a cenizas nuestra incipiente organización. El enemigo venció y el mundo, de un día para otro, se hizo inabarcable.

5 comentarios:

  1. Que buena entrada!! Pero no tiene pinta de que tu hayas perdido ninguna batalla aun

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    1. ¡Muchas gracias! Alguna he perdido pero la guerra continúa.

      El mundo es mucho más grande que cuando era un niño pero yo también ;)

      Gracias por comentar!

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  2. Siempre he pensado que la mujer es el arma más poderosa. Y no, no pienses en las típicas y tópicas armas de mujer. ;)

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    1. Lo olvidaba, Los Goonies fue también para mi La Película.

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    2. La mujer lo es, sin duda. ¿Cuántas cosas ha hecho la humanidad por una mujer?

      Los Goonies nos permitía soñar que no éramos sólo niños, que no importaba nuestra edad, que los amigos serían para siempre, que la vida es una aventura... Dejamos de verla cuando dejamos de soñar. Peliculón.

      Feliz Año!

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