By Nuwanda
Habitualmente, al volver al casa del trabajo, paro en el típico 24 horas. Ese del que siempre estás demasiado lejos cuando tienes hambre a las 4 de la mañana y ya no puedes ingerir más alcohol, esos. Tengo la enorme suerte de vivir casi encima de uno de esos nocturnos restaurantes con cuatro Estrellas Michelín en los que lo que menos importa es la cuenta.
Siendo las 8 de la tarde aproximadamente entro para comprar algo de cenar "Nada por aquí, nada por allá... mmmm.... pues salchichas que así casi no friego". Lo curioso es que sabiendo lo que hay y sabiendo que la única calidad garantizada es la de las bolsas de plástico que te cobran a 3 céntimos la unidad, al final siempre regreso en busca de "algo para cenar" para después salir con un paquete de salchichas de Oscar Mayer –por lo menos sé lo que estoy comiendo–.
Habitualmente, al volver al casa del trabajo, paro en el típico 24 horas. Ese del que siempre estás demasiado lejos cuando tienes hambre a las 4 de la mañana y ya no puedes ingerir más alcohol, esos. Tengo la enorme suerte de vivir casi encima de uno de esos nocturnos restaurantes con cuatro Estrellas Michelín en los que lo que menos importa es la cuenta.
Siendo las 8 de la tarde aproximadamente entro para comprar algo de cenar "Nada por aquí, nada por allá... mmmm.... pues salchichas que así casi no friego". Lo curioso es que sabiendo lo que hay y sabiendo que la única calidad garantizada es la de las bolsas de plástico que te cobran a 3 céntimos la unidad, al final siempre regreso en busca de "algo para cenar" para después salir con un paquete de salchichas de Oscar Mayer –por lo menos sé lo que estoy comiendo–.
Salchichas y Nestea en mano, voy a pagar la cuenta cuando veo que en el mostrador de la caja hay una botella de ginebra y otras de cava o similar, no conseguí identificarlo. Un hombre con camisa amarilla claramente desgastada, dos cervezas en mano, pelo estilo fraile aunque demasiado largo y visiblemente graso, se acerca a mi posición arrastrando los pies. Rebusco una moneda en mis bolsillos y noto, supongo que alertado por su intrusiva y olorosa cercanía, que "el caminante" se tambalea, como si de una peonza se tratara, con los pies juntos anclados al suelo.
–Buena fiesta se va a pegar con todo eso –le digo sin ningún tono apreciable
–No es para mí –me dice el colega como si fuera gilipollas– Es para unos amigos.... Mmme gusta ser un buennn... un buennnn...
–Anfitrión –le respondo
–¡Eso! –sonríe– Mmme gusssta seer un buen anfitrión –dice con una entonación imposible de reproducir
–Pues con eso tiene para un rato ¿verdad amigo? –pensé en tocarle pero no lo hice
–Tengo que seeer un buenn anfitrión –yo lo había pillado pero el amigo pensaba verdaderamente que yo era gilipollas hasta que....
–Te aseguro que vas a quedar muy bien –le dije con un pie fuera de la tienda y el otro dentro– no creo que nadie se queje de falta de bebida.
–Eres un chico listo –me dice tocando con el dedo su cabeza– Tann jooven y tan listo... –en un tono medio gay, medio pedo.
–Formación amigo, esa es la clave –en clarísimo tono de despedida– Soy de economía...
–Un chico listo –me dice levantando la mano –Un chico muuuuyyyy listo –le dice al cajero, estupefacto ante mi beligerante comportamiento
Ya fuera de la tienda, una luz se ilumina en mi mente y me dice algo que aprendí hace muchos años de alguien que desgraciadamente ya no forma parte de mi vida, "busca la anécdota"... Y así lo hice, sólo para partirme el culo y expresar mis sentimientos... Me giré, abrí la puerta y le dije:
–¡Eh amigo! que sepas que hoy en día es mejor tener alcohol que conocimientos para echar un polvo –lo entiende perfectamente y se empieza a reír de un modo extrañísimo, como si a la vez se le cayeran los mocos y continúo... –Sé feliz y cuídate más
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