El mejor de los casos

By Nuwanda

Una foto publicada por Murad Osmann (@muradosmann) el

Hace poco hablaba sobre Tinder y Happn, dos aplicaciones que están transformando las relaciones personales. Sin embargo, la realidad siempre va un paso por delante y recientemente me ha recordado la importancia de Facebook o Instagram en los asuntos del querer.



Cuando uno es joven y vive ultrahormonado se desarrollan pasiones de todo tipo, sobre todo las de carácter sexual y amoroso. Entre las más frecuentes está la madre de algún compañero, siempre algún pivón de cuarenta y pocos con un todoterreno. Otro clásico es la hermana mayor de algún amigo, siempre un objetivo muy cercano. Mi caso es una variante de este último, el de la prima mayor de un amigo. Inteligente, divertida, guapa, vividora y elegante: es un 15. Lo era cuando la conocí y lo sigue siendo trece años después. Es de esas mujeres que te absorbe por curiosidad, de las que entrañan muchas preguntas y siempre eligen hombres equivocados –que hasta donde yo sé son unos cuantos. Incontrolable y algo salvaje, mantiene el atractivo –imagino que bien trabajado– de la inocencia infantil. La pena es que sea abogada, con lo que a mí me gusta el Derecho...

Recuerdo que siempre que fumábamos porros en la playa, yo siempre pensaba dónde cojones estaría ella para compartir ese momento. Cuando íbamos a cenar a la pizzería y mi amigo comentaba que sus primos nos acompañarían, yo siempre preguntaba algo nervioso: ¿y tus primas? Entonces no me importaba que nadie lo supiera, resultaba obvio que era un amor platónico pues la distancia entre ambos era toda. Pero años después la vida cambia y las perspectivas también: yo no soy tan pequeño y ella sigue siendo tan increíble como entonces. Creo la colección de cabrones no ha hecho más que aumentar y me encanta la idea de ser quien rompa la racha. Y no es que tenga ninguna opción o información que no tuviera a los 16, qué demonios, pero tampoco nada que perder. Y ahora no soy el amigo del primo pequeño que fumaba porros y se emborrachaba hasta perder el habla, gracias a Dios.

El caso es que en los últimos meses le ha dado a me gusta a todas las fotos de carácter más personal que he subido a Instagram. Desde los selfies, que en mi caso son pocos, hasta momentos familiares o personales. Otro "Like" más y perderé la cabeza. Casualidad, paranoia o realidad, qué más da: yo voy a seguir pinchando en todas sus fotos y ella permanecerá en lo más alto del pedestal. En el peor de los casos, princesa, seguirás siendo un listón a superar. En el mejor... En el mejor de los casos te seguiré al fin del mundo; y lo contaré en Instagram.

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