¿Qué hay que hacer?

By Nuwanda



Una cena romántica, una charla perfecta y un paseo tranquilo y solitario. Puede que una copa o dos en algún sitio oscuro y cálido, un sitio de sillones de cuero, mesas bajas, velas y posavasos. Las palabras adecuadas son imprescindibles, claro, pero habrá que confiar en el momento.



Y no se trata de convertir una cita en una entrevista o un interrogatorio, si ha llegado al momento de la copa y el bar oscuro es porque quiere estar allí, se trata de conseguir que no quiera irse a casa sin mi. Y tras mucho pensarlo, solo se me ocurre una repuesta: ella tiene que querer. Simple, lo sé, pero no por ello menos útil. Y, como siempre, me explico.

Desde que supe que las mujeres son capaces de no depilarse para evitar el sexo con un hombre con el que han quedado, toda mi estructura de tópicos para ligar se desmoronó. La cita es su terreno, ella manda, ella sabe controlarte, y normalmente es algo natural. Por tanto, estimado lector, todo apunta a que la clave reside en planificación previa, en las semillitas, en las fichas. Al final, hasta lo más hortera va a resultar cierto: meter fichas, calentar la máquina y, quizá, pillar premio.

¿Bingo? ¿Karaoke? ¿Coche? ¿Sofá? ¿Qué cojones hacer tras la tercera copa? Si para entonces no está claro, paga la cuenta, acompaña a la señorita y vete a casa. Si lo estuviera, más te vale tener la casa recogida, algo de beber en la nevera y un puto condón en el cajón de la mesilla de noche. No vayas a ser un toligo de campeonato.

El caso es que no quiero acostarme con ella, no esa noche al menos. Con un beso me voy feliz a mi casa, un beso de esos casi accidentales pero deseados, de los que no sabes si son un mal movimiento o el inicio de una nueva vida.

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@NuwandaVive

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