By Nuwanda
"Lima", dicen en la descripción.
Una de las cosas que más me gusta de Facebook es la música que comparte la gente. Uno de los puntos fuertes de tener muchos amigos es que puedes encontrar una diversidad de gustos musicales perfecta para alguien con tan sólo unos pocos prejuicios musicales inamovibles. Aunque lo más llamativo son esas personas que han desarrollado una interesantísima y envidiada capacidad de hacer comentarios periódicamente con reflexiones propias, geniales en la mayor parte de los casos.
Facebook y yo tenemos una relación de amor y odio. Sí, me ayuda a recordar cumpleaños, ver las fotos del grupo de amigas de mi ex-novia en verano y, a veces, sólo a veces, leer artículos interesantes. No seré yo el que niegue las utilidades de la red social.
Yo voy a ser el que diga lo peor de Facebook.
Tengo dos amigos con tarjetas "no-limit" de las principales compañías aéreas y hoteleras del planeta que no duden en quemar. Quemar y contarlo, por supuesto. He llegado a ver álbumes de fotos con más de 400 imágenes. Y es así una y otra, y otra, y otra vez. Día tras días, semana tras semana, mes tras mes. ¿Puede ser monótono descubrir cosas, lugares y personas increíbles, sacar fotos de todo ello y contarlo en Facebook? Quiero pensar que sí pero es más por joder que otra cosa. Eso sí, intento ser un tipo justo, Facebook no tiene la culpa de que dos de sus usuarios sean los hombres más afortunados del mundo para otro de sus usuarios. Y no es de las fotos de lo que me quejo, que va, de lo que me quiero quejar, lo que de verdad impediría por cualquier medio, lo que de verdad me toca las pelotas de Facebook es que las ponga en la primera posición de mi muro cuando entro a primera de la mañana, nada más llegar a la oficina, para recordarme lo domesticado que estoy ante mis circunstancias. Es imposible no empezar el día, la semana y, si me apuran, el mes de mala leche.
Un día estoy tranquilamente viendo una película, por ejemplo un domingo por la tarde, en plena resaca, y recibo una notificación de Facebook en el móvil. Uno de mis amigos ha puesto un comentario en una fotografía en la que aparezco. Es una novedad pues soy poco amigo de salir en fotos aunque a veces es inevitable, supongo que por eso me aficioné a la fotografía, pero de eso hablamos otro día. Abro la aplicación y la foto en cuestión es la celebración del mundial de España de hace unos años. Durante aquella increíble velada, sentimos, mis amigos y yo, la necesidad de acudir a una céntrica plaza –con fuente– madrileña a despelotarnos, bañarnos en la fuente, parar el tráfico y pintarnos el cuerpo de rojo y amarillo. Y alguien sacó una foto. Corrijo: alguien sacó un puto reportaje fotográfico de nuestro ebrio y excitado estado que no dudó en publicar en Facebook etiquetando a conciencia. Pero eso no es lo peor, lo peor es que el del comentario que hace volver aquella foto a lo más alto de mi muro y del de todos mis amigos es uno de los jefazos de mi empresa que viene de visita a joder mi maldito domingo por la tarde.
Usar los mensajes privados como un chat ha sido todo un acierto de la empresa de Mark. Por otro lado, supongo que os pasará igual, mis amigos de Facebook no se corresponden en absoluto con los de mi agenda de teléfono. Tengo en común, a ojo de buen cubero aunque con miedo de quedarme corto, un 50% de mis amigos de la red social. No hablamos con todo el mundo, es imposible, y por ello hay gente que simplemente está. En el punto intermedio entre aquellos con los que no hablamos y con los que sí, hay todo tipo de amistades. Al igual que Whastapp, el Messenger de FB archiva los mensajes anteriores. Y me parece bien. Seguro que alguna vez habéis encontrado el típico mensaje de "Eres gilipollas" de dos días atrás al abrir la aplicación para móviles. Lejos de ser una utilidad, recordar lo último que dijimos a una persona puede ser un riesgo. Lo que me jode de Facebook es que archive todos mis mensajes salvo uno, el puto mensaje que dice "la semana que viene nos vemos" y justo encima "31 de octubre 2010 20:52". Escriba lo que escriba, se acordará y quedaré como lo que muchos, gracias a Dios, piensan de mí: un gilipollas.
Supongo que, con todo lo comentado, lo peor de Facebook es que me recuerda cada fin de semana que ella está con un imbécil como ese, foto incluida, y yo aquí, al otro lado, mirando y cagándome en todo.
Gracias por tanto Facebook.
Yo dejé el facebook porque lo usaba principalmente para hablar con mis amigos, y desde el momento que tuve whatsapp perdió toda su funcionalidad. Pero también está el motivo de que dices de las fotos, también tenía una "amiga" que día sí y día también colgaba fotos de sus viajes y claro, verla desde mi sofá de siempre que si en China, Londres, Nueva York etc etc me tocaba la moral por no decir otra cosa jajaja
ResponderEliminarY las etiquetas... yo los tenía amenazados, como subiesen alguna en la que hiciese algo muy ridículo, ni Poirot resolvería el caso de su desaparición xD
Total, que soy más feliz sin el caralibro ^^
Saludos!
Facebook, fuera de la utilidad de hablar con amigos, sólo sirve para cotillear aunque a veces, cotillear sea una actividad divertidísima. No creo que yo me vaya de la red pero reconozco que cada vez limito más mi privacidad.
EliminarEn todo caso, me anoto lo de "soy más feliz sin el caralibro" ;)
Saludos Tomate y besos a Pimiento.