Es curioso que de dos fines de semana que he salido de Madrid, los dos me ha llovido y no precisamente poco. Los mares caen sobre mi como si les hubiera hecho algo, como si siempre tirara bolsas de plástico en la playa o tirara colillas desde el barco. Roza el resquemor, la venganza.
El fin de semana anterior no me vino nada mal pues el paraguas no sólo nos resguardó del agua sino que supuso un acortamiento de la distancia media entre mi cita borrosa y yo. En este caso, las circunstancias no son las mismas. Ni tengo una cita borrosa ni parece que vaya a tenerla, en este caso el plan es comer y beber y ver algún museo que otro.
Plan muy apetecible pero, joder, alguien podría decirle a los cielos que detenga esta cruel vendetta contra este buen samaritano... No pretendo llevarme a nadie al huerto pero sí me gusta disfrutar de un fin de semana gastronómico y cultural sin tener que sacar las canoas para pasear.
Gracias
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