(y sí, ha llegado el punto en el que uno escribe tonterías, pero me lo he pasado en grande)
Por alguna extraña razón, todos los padres primerizos consideran que su hijo, más aún si es niña, crecerá más feliz si lo hace anegado por peluches. ¿Quién no tiene esa caja de cartón rota por los bordes totalmente infestada de estos 'gremlins' sin vida? ¿Quién no ha tenido un Teddy, Bobo o Pluto? Eso sí, una cosa está muy clara: no todos los peluches son iguales.
Después estaban los peluches gigantes. Cuanto más grandes mejor ¡para darles puñetazos o tirarse sobre ellos! Recuerdo aquellos puestos de tómbolas y al 'hijoputa' del lotero que colgaba los peluches más grandes en la parte más alta del camión. Ahora sé que lo hace para llamar la atención y organizar mejor el espacio pero entonces creía que era parte de una maléfica conspiración –en la que sin duda mis padres eran los líderes– para que jamás me llevara semejante monstruo a casa. En cualquier caso, como decía, el destino de estos amigos rellenos de espuma era siempre nefasto.
No se me olvidarán nunca aquellas vacas rellenas de espuma que incluían el efecto del mugido del animal en cuestión. Ese ‘muuuu’ que siempre duraba más de lo deseado, ese que sonaba sin razón alguna, cuando nadie lo esperaba… Lo único bueno de este tipo de ‘gremmlins’ es que sus sonidos tienen fácil solución, solo hicieron falta unas tijeras y un mal día para insonorizar hasta el fin de los días a “Brava”, la vaca con gafas de sol. DEP.
No era un chico violento, de verdad que no, pero también sufría estrés, como todos los demás y por entonces no me dejaban entrar en los gimnasios. Por algún sitio tenía que salir...
Una amiga me dijo hace unos días que no me ve hablando con peluches y, ciertamente, tampoco es una de mis aficiones. Si algo hago que pueda parecérsele es gritar, sin ternura alguna, sin delicadeza ni en el contenido ni en el continente: "eres un hijo de puta" para después, según el nivel de la putada que me hayan hecho, practicar el lanzamiento-pateo-asfixia-y-ahorcamiento de peluche. Hay cosas que nunca cambian.
Aunque ahora me paso por un gimnasio de vez en cuando, me han recomendado las bolas anti-estrés pero no tiene tanta gracia como darle patadas a un osito de ojos saltones con lazo y ‘bragatanga’. Se lo digo por experiencia.
Quizá debería hacer como Kylie y comprarme ‘una peluche juguetona’, para darle un puñetazo o un… según proceda.
Hola Nuwanda!!
ResponderEliminarNosotras éramos dos chicas compartiendo cuarto, imagínate la cantidad de peluches que teníamos! Nos los tuvimos que llevar a la casa del pueblo porque ya no cogíamos en el dormitorio xD
Hace poco querían mis padres tirarlos... Ni de coña, y mira que la mayoría están rotos con la espuma medio salida y como bien dices con ojos de menos, pero son recuerdos y ahí se quedan ^^
Me ha echo gracia lo de la cicatriz por el pilla a pilla, yo también tengo una pero por jugar a saltar de cama en cama xD
Las tómbolas eran un timo! Siempre me tocaban radios mierdosas...
Yo descargo mi mala hostia con la almohada, me daban penillla los pobres osos con sus caras de buenazos jajaja
Besos y espero no volver a tardar tanto en comentarte!