¡Existen!

By Nuwanda


Los hombres y gran parte de las mujeres creemos en el polvo por los viejos tiempos. Es un hecho. Personalmente no soy muy partidario aunque no firmaría ningún papel que me comprometiera. El conocimiento íntimo mutuo es la puerta grande del sexo, un afrodisíaco con poderes ilimitados, y lo sabemos. Incluso cuando una relación, del tipo que sea, termina a gritos, el polvo por los viejos tiempos sigue siendo una costumbre muy extendida, especialmente en los tres meses siguientes a la ruptura/separación/última-llamada y a partir de los 18 meses.

Si al llegar a una fiesta observamos que un antiguo rollo está merodeando el lugar, fijaremos en ella toda nuestra atención pues nuestras probabilidades de echar un polvo son significativamente superiores que si decidimos conocer gente nueva. No es nada racional, o no siempre. Nos sentimos más a gusto con una chica con la que ya hemos compartido algo, y una cosa lleva a la otra. Por otro lado, según mi encuesta de nula representatividad, las mujeres bajan sus defensas con aquellos que ya han visto su cuerpo desnudo.

Pero claro, si sólo hablamos de antiguos rollos todo es más fácil pues las cosas están claras, no hay compromiso a largo plazo. Y eso ayuda a la hora llevarse la música a otra parte. Una ex-novia, sin embargo, es algo muy distinto, no fueron un par de semanas ni nunca es sólo sexo.

El que tuvo retuvo, y puestos a utilizar frases hechas aquí van dos tazas, siempre queda algo. Es difícil de explicar pero fácil de entender. No es que de repente vuelvan todos los sentimientos, que puede que sí o puede que no, lo que vuelven a lo bestia son las expectativas. Y se parecen mucho pero no son lo mismo. La existencia de sentimientos imposibles de identificar con claridad lo complica todo mucho más. Para mí está claro, todo es una cuestión de expectativas.

No tener expectativa ni posibilidad alguna con ninguna persona es un campo de cultivo muy fértil para una cagada de manual. Por otro lado, la expectativa de retomar su relación implica un esfuerzo por agradar y seducir que lima nuestros defectos, los mismos que provocaron la ruptura, y nos permiten reconquistar los reinos perdidos. Una efectiva artimaña del subconsciente o del otro cerebro. Y sí, el sexo, mejor dicho las expectativas sobre el mismo, también tienen mucho que ver, pues todo se confunde un poco más.

De la misma forma que en la economía o en las apuestas deportivas, tendemos a proyectar el pasado hacia el futuro, suponiendo que todo discurrirá según los mismos patrones aunque con pequeños cambios. Y consciente o inconscientemente, nuestro comportamiento tiende a repetirse, como un dejavu y enseguida todo es como antes, como si no hubiera pasado el tiempo. Y nos dejamos llevar. ¡Claro que nos dejamos llevar!

Hubiera lo que hubiera, siempre queda, al menos, cariño.

A veces, la cagamos. Muchas veces. Y es que, que las segundas vueltas sean posibles no significa que sean sencillas. De hecho, estadísticamente, son más bien excepciones. De ahí que todo al que le cuentas que estás pensando en volver a quedar con un ligue/novia/muy-novia del pasado te diga que estás cometiendo un error, que todo volverá a ser igual y que sólo conseguirás volver a estar jodido.

Y además los cabrones lo dicen con mucho arte...

Hace un día gris. Quedas con uno de tus mejores amigos para tomar una cerveza y poner al día vuestra amistad. Quieres contárselo pero no sabes cómo va a reaccionar y pasas de lecciones. Pero es un gran amigo y no puedes evitarlo...
–Oye tío, creo que voy a quedar con mi ex.
–¿Qué dices tío? ¿y eso? ¿cómo así?
–Ya ves, nos vimos el otro día y...
–Amigooo, que segundas partes nunca fueron buenas...

Quedas a tomar un café en la máquina con una compañera y amiga. Hace tiempo que no habláis y pregunta indiscriminada e indiscretamente. Insiste e insiste porque se huele algo, es lo que tiene verse la cara todos los días, y al final se lo cuentas.
–Pues pasa que voy a quedar con mi ex dentro de dos semanas.
–¿Pero eso no se había acabado definitivamente?
–Sí pero no sé, prefiero no pensarlo mucho.
–Aaayyy, que cromo repetido no completa el álbum...

Mamá lleva toda la semana haciendo campaña para que vayas a comer el domingo. Te ha escrito, te ha llamado y te ha mandado emoticonos. No tienes excusas para no ir a ver a tu madre y, consciente del interrogatorio que te espera, accedes. Las madres tienen ese poder de leer el corazón de sus hijos y no tarda ni tres segundos en preguntarte "¿qué te pasa?" Y tú dices:
–Pues no te tengo que explicar mucho la verdad.
–¿Cómo?
–Pues que es Ella.
–Entiendo... Pero hijo, ¿sabes que eso nunca funciona, verdad?
–Gracias Mamá

Y yo me pregunto: ¿Quién es el que no cree en el amor?


Porque si atendemos a las respuestas de la gente ante la supuestamente suicida noticia no existiría ninguna segunda oportunidad exitosa. Quiero pensar que es cosa de la estadística o de nuestra tendencia matemática a generalizar. Algunas mujeres me echan en cara mi falta de fe en la eternidad del más sagrado de los sentimientos y sin embargo no creen en las continuaciones, en los segundos asaltos. Si creen en el amor para siempre, algo objetivamente complicado, ¿qué ven de malo en el: "qué te parece si quedamos de vez en cuando"?

Dicen que el hombre siempre tropieza dos veces con la misma piedra. Yo además creo que uno inteligente no necesita tres.

No voy a caer en el discurso fácil de que lo peor que te puede pasar es que aprendas, que nos caemos para volver a levantarnos o que al menos ésta será la definitiva. No. No voy a animar a nadie a retomar algo del pasado porque con casi toda seguridad será un fracaso. Y algo que no ha funcionado ni parece que vaya a funcionar nunca, siempre que se quiere, duele. Y peor aún, se hace daño a alguien.

Empezar algo que está abocado al fracaso es un estupidez y normalmente algo bastante egoísta. Hacerlo con plena confianza en el futuro es una cosa muy distinta. Y no debería ser difícil saber cuándo creemos en algo de verdad. ¿O sí?

La clave, y es sólo mi opinión, está en no ver nada que indique lo contrario... Un pequeño gesto una noche de copas, un mensaje subido de tono un domingo por la mañana o una de esas preguntas que tanto molestaban en el pasado, hay mil ejemplos. No es nada científico pero seguro que sabéis de lo que hablo. Aunque cada uno somos un mundo y creo que la gente puede cambiar, hay pistas que nos permiten establecer dudas razonables sobre la viabilidad del renovado proyecto novia. Y las dudas son un mal indicador si estamos de vuelta, si pisamos terreno conocido, si estamos doblando.

Las buenas secuelas existen. Spielberg no lo ha conseguido nunca y yo de momento tampoco pero existen.

2 comentarios:

  1. Ay, Nuwanda, los recuerdos son siempre tan dulces.

    Sería mucho más fácil si a los exs se los tragase la tierra.

    ResponderEliminar
  2. Lo son, pero solo los que queremos recordar.

    Y sí, sería mucho más fácil pero, nos guste o no, cuánto les echaríamos de menos.

    El problema de las/os ex es que son precisamente "ex" y difícilmente van a ser otra cosa nunca. Si conseguimos superar el ex, todo es posible. Aunque, como digo, aún no puedo hablarte desde esa experiencia.

    Gracias por comentar

    PD.- Que tus recuerdos nunca hagan de menos a tus sueños [y es mía ;)]

    ResponderEliminar