"Por algo será"

By Nuwanda


En esta casa hemos hablado mucho de mujeres y de su conquista. No es que haya escrito un manual ya que pienso que haría falta uno por cada mujer del planeta pero hay alguna idea que os puede servir, aunque a mí no. Si no quedáis satisfechos, poner en Google "Cómo conquistar a la chica que me gusta" y a estudiar. Tampoco me ha funcionado. Quizá mi madre tenga razón y "si no tiene que pasar será por algo", un algo que por supuesto desconozco y que jamás conoceré, por supuesto.

Tras la presentación formal suele haber un periodo de conversación o exploración en el que las partes se cuentan sus alegrías y sus mayores logros, aquello que resulte atractivo, siempre con humildad no vaya a pensar que eres un creído egocéntrico. Procuras preocuparte, desde un "hoy te he visto un poco regular, estás bien?" hasta un "me encanta el vestido que llevabas hoy". Muestras tus gustos e intentas conocer los suyos en busca de un punto en común desde el que poder cambiar la marcha.


Si pese a tu educación, tu sensibilidad y tu envidiable capacidad para no parecer un pesado, ella no responde con cierto interés o lo hace nueve horas después de que le hayas mandado el mensaje,  que viene a ser lo mismo, amigo, empieza a sospechar. Por algo será.

Después viene lo más complicado: conseguir la primera cita.

En el periodo anterior suelen salir, como por arte de magia, sus gustos y sus aficiones. Es importante conocerlos bien, valorarlos y ver si encajan con nosotros. Tiene poco sentido que un cazador y una defensora de los animales pretendan vivir en paz y amor sin que uno tire sus escopetas o sin que la otra se dé cuenta de que matar animales para comer es una Ley Natural. Por algo será.

¿Teatro? ¿Te gusta el teatro? 

A ti también y mucho. Perfecto.

Automáticamente te pones a buscar todas las representaciones que hay en Madrid durante las próximas cuatro semanas en busca de algo rompedor, una obra que no pueda rechazar, un plan tan jodidamente perfecto que, si finalmente te rechaza, hará con otra persona. Empiezas a escribir eufórico un mensaje que disimule que lo estás, porque ya se sabe que si ven interés por tu parte puedes irte a tomar por el culo, y que describa mínimamente el plan que con tanto detalle has preparado. Y te haces preguntas...

"¿Le digo "hola" o simplemente "Ana" –por ejemplo–? ¿Le digo que quiero ir a ver la obra porque la actriz está empezando su carrera y creo que tiene un largo recorrido profesional o será demasiado friki? ¿Escribo que había pensado en ir a un japonés increíble y bastante desconocido de la capital al terminar o le doy una sorpresa? ¿Le doy la opción de elegir entre viernes y sábado o se dará cuenta de que ella es el único plan que me apetece hacer? ¿Le digo que creo que me estoy enamorando de ella o sería poner demasiada leña?"

Si tras el fin de semana que has tardado en escribir el mensaje y que con tanto detalle has preparado, ella continúa con su política de respuestas en diferido, sigue sospechando. Tu vas a más, ella no. Por algo será.

Finalmente responde, como siempre, tarde y aséptica. Piensas que tu puntuación aumenta. Eres tan tonto y ella es tan perfecta que pasarás dos, tres o doce semanas pensando que sólo te lo quiere poner difícil, que la clave es insistir y lo haces de vez en cuando, paciente, expectante, esperanzado y, preferiblemente, sentado. El tiempo pone a cada uno en su lugar y a ti te deja mirando cómo ella se aleja, melena al viento, desde un descapotable rojo.

Y en el mismo momento piensas: "Eres gilipollas. Claro que hay mujeres imposibles".

Dicen los abogados que no importa lo que tú creas, importa lo que puedes demostrar y por tanto, llegados a este punto, tendrás que darle la razón a mamá.

A mí nunca me gustó el Derecho ni darle la razón a mi madre. Por algo será.

Actualización 18/11/2013



No hay comentarios:

Publicar un comentario