Lluvia 3 de 3


Hoy también llueve

Viene de: Lluvia 2 de 3 

¿Recuerdas la tercera vez que nos vimos?..

Quedamos prontito para tomar unas cañas por la capital y comer de pinchos y raciones. El plan era bastante indeterminado y, en un principio, sólo teníamos previsto quedar con unos amigos. Empezamos a cervezas y aceitunas y unos torreznos de toda la vida, de los fritos, nada de los de bolsa. Exquisitos. Los vasos iban cayendo de dos en dos y el alcohol iba haciendo su efecto. Nos entró hambre.

El primer cambio de bar nos llevó directos a la comida. Necesitábamos alimentarnos y hacer masa en el estómago para poder seguir bebiendo. Nos dimos a las raciones típicas de cualquier taberna clásica madrileña y pasamos al vino, un par -cuatro- de botellas. Croquetas, embutidos varios, huevos rotos, pinchos de solomillo con foie y cebolla confitada y tartas variadas de postre. Una botella de pacharán sobre la mesa y la persiana bien abajo para poder fumarnos un cigarrito rápido. Una fiesta de comida y una sobremesa eterna.


Empezaste a trabar palabras cuando, tras el licor de las endrinas, llegaron sus primos los espirituosos de primera división. Gin-tonic y Red Label con Coca-Cola son la moda o siguen siéndolo. Perdí la cuenta de las copas demasiado pronto, efectos de la cerveza supongo, y del vino, y del pacharán. Madre mía. Nunca llegué a saber exactamente cuánto pagamos por todo el menú completo pero cuando salimos de aquella taberna mi borrachera era considerable.

Debían ser las seis o las seis y media de la tarde y el sol ya no era tan fuerte aunque nos deslumbró igual. Cambiamos de local o eso pretendíamos cuando iniciamos la marcha pero pronto nos sorprendimos sin rumbo claro, haciendo el payaso por la calle, payaso nivel pilla-pilla, vergonzoso. En un golpe de madurez, decidimos entrar en una bar a seguir bebiendo y ver el fútbol.

La borrachera era considerable pero sostenible y la temperatura alta aunque incontrolable...

–Nos vamos –me dijiste sin rastro de interrogación en tu tono de voz.
–Cuando quieras... –dije con total seguridad.



Creo que ya la he puesto alguna vez. Si no, disfruten

Tras un poco de postureo típico de quién quiere irse a casa, tomé la iniciativa muy varonilmente de soltar, bien alto y claro, "chicos, nos vamos". Todos lo entendieron, faltó la palmadita en la espalda al salir. Ocho whatsapp en cuestión de segundos, tres son fotos de gente jugando a ser contorsionistas sin ropa. Otro clásico, ya casi topicazo, de todo grupo de hombres que se precie.

–Joder cómo ha refrescado ¿no te parece? –pregunté casi enfadado.
–Sí, pero creo que es el alcohol –replicaste firme pero tocadita.
–Cogemos éste –dije levantando la mano.
–Noooooo –gritaste
–Vale, vale, vale pero no grites princesa que estoy aquí –dije negando con la mano al taxista.
–¡Quiero pasear! Y me encanta que me llames princesa.
–Maricóóónnn –se escuchó de fondo y alejándose.

–Vale, paseemos. Nos vendrá bien –yo siempre tan optimista.
–Me encanta que me permitas –dijiste agarrándote a mi brazo.
–Es porque vamos a follar...
–Puede que sí pero es divertido igualmente y no tendrías porqué.
–Cierto. Eso me da qué pensar... –dije cambiando voluntariamente el gesto de la cara.
–¿Qué piensas? –preguntaste sin encontrar respuesta durante unos segundos, irritándote poco a poco– ¡Dímelo! Nunca sé lo que estás pensando ¿sabes?, dímelo por favor–protestaste.
–Bienvenida al mundo de los hombres. Te jodes. A pasear se ha dicho. –contesté firme pero con una sonrisa y un beso en la mejilla.
–Ya no quiero pasear. No hasta que no me digas lo que piensas –reclamaste infantilmente.
–Bueno, pues ya no quiero permitir. Si quieres, puedes hacer una sentada en ese banco y quedarte mirando cómo cojo un taxi y me piro a mi casa.
–No.
–Además, saber lo que pienso es muy sencillo joder.
–Pues dímelo...
–La verdad, si te permito es porque hace tiempo me propuse dejarme llevar cuando estuviera contigo. Me funcionó la primera vez, la segunda y ya ha funcionado en la tercera y tú estás encantada y yo estoy encantado. Es lo que llamaría una simbiosis.
–En parte es cierto.
–Ves... –es el clásico "¿te lo dije o no te lo dije?"
–Pero me he dado cuenta de que no eres igual conmigo que con el resto, hoy lo he visto.
–Lógico ¿no crees?

Despertaste pronto, demasiado pronto. Me despertaste y me dijiste que tenías que irte, que tenías un poco de prisa. Quise preguntarte que a dónde ibas pero supongo que lo pensé mejor. La querencia me pudo y desee que tu prisa no fuera tan, tan, tan grande y te permitiera cinco minutos más conmigo pero no, ¿para qué? Y volví a dormirme...

Recibí un whastapp a eso de las 14:00 horas que decía: "Me lo he pasado muy bien Nuwanda. Espero que algún día nos volvamos a ver. Te mandaré una postal, en plan vintage... Sé que esas cosas te hacen ilusión". "Espero que sí... Buen viaje princesa".

Me quedé durante un rato pensando en la noche anterior y en los mensajes de esa mañana. Tengo grandes recuerdos de todas y cada una de las noches que pasamos juntos. Lo pasamos realmente bien en tres noches distintas y me regocijé de todas ellas estirándome violentamente sobre mi cama, enredando las sábanas entre mis piernas y la almohada entre mis brazos, llegando incluso a arquear mi cuerpo levantando un palmo el culo sobre el colchón y entonces...

Entonces me di cuenta de que había empezado a llover y tenía que decírtelo...

¿Sabes una cosa? De una forma u otra, te voy a echar de menos
¿Sabes una cosa? De una forma u otra, yo a ti también 
Buen viaje princesa
Ah!
Por cierto
Dime 
Hoy también llueve...


Otros:
Lluvia 1 de 3 - La estrechez de los paraguas
Lluvia 2 de 3 - A la mierda los sentimientos


No hay comentarios:

Publicar un comentario